Actualmente la TEC es utilizada mayormente para tratar la depresión aguda que no responde a otros tratamientos. La TEC se usa también para tratar manías, catatonia, esquizofrenia y otros desordenes mentales. Este terapia comenzó a usarse en los años cuarentas y cincuentas; hoy en día se calcula que alrededor de un millón de personas en el mundo reciben TEC cada año,[1] generalmente de 6 a 12 tratamientos administrados de 2 a 3 veces por semana. Existen tres variables fundamentales en la aplicación de la terapia electro-convulsiva: la colocación de electrodos, la duración de la estimulación y las propiedades electrofísicas de la estimulación. La TEC ha sido probada clínicamente como el tratamiento más efectivo para la depresión aguda. Sin embargo, para al menos la mitad de las personas que reciben este tratamiento, los beneficios son solamente temporales. Después del tratamiento se puede continuar con la terapia de medicamentos, y algunos pacientes siguen recibiendo tratamiento continuado con TEC. Los efectos secundarios de esta terapia incluyen amnesia, la cual puede ser permanente en la minoría de pacientes, y confusión, la cual generalemente desaparece en las horas siguientes al tratamiento. Está ampliamente acordado el hecho de que la TEC no causa daño cerebral, aunque varios pacientes se han quejado de pérdida temporal o permanente de la memoria. El consentimiento del paciente, después de habérsele informado de los riesgos, es un standard de la terapia electro-convulsiva moderna; por otra parte, el tratamiento involuntario no es común, y se da típicamente sólo cuando se está ante un caso de vida o muerte.
WIKIPEDIA: La Enciclopedia Libre
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